Budapest, 22 de agosto de 2011 (EFE).- La "Puszta", la gran llanura húngara de paisajes casi infinitos, se ha convertido en una atracción creciente para muchos turistas que buscan la esencia del país, tal como lo cantó el poeta romántico Sándor Petöfi: "Es en el llano extenso como el mar, donde mi hogar está".
Jinetes vestidos con trajes tradicionales, carros tirados por los "szürkemerha" (una raza de ganado bovino autóctono) y un paisaje sin elevaciones que se pierde en el horizonte, son las imágenes más típicas de la región.
El Hortobágy, la zona central de la gran llanura, conserva hasta hoy para los turistas todo lo romántico de la vida campesina de los siglos anteriores, con sus pastores, vestidos, edificios y animales autóctonos.
Se trata de un parque nacional que forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1999 como Paisaje Cultural, con su localidad central del mismo nombre, Hortobágy, visitado por turistas que buscan la tranquilidad y la cercanía de la naturaleza.
El Hortobágy, de unas 82.000 hectáreas, es el área protegida más grande de Hungría y su folclore y naturaleza atraen a unos 130.000 turistas al año, en su mayoría húngaros, alemanes, japoneses, franceses, ingleses, entre muchos otros, explicó a Efe Ágnes Kemecsei, responsable de turismo del parque nacional.
Para los húngaros el símbolo más importante de la región es el llamado "Puente de nueve huecos", construido en el siglo XIX, en la misma localidad de Hortobágy, mientras que los extranjeros son atraídos por el típico vestido tradicional azul y negro, así como por los movimientos acrobáticos que los jinetes practican con sus caballos.
Saliendo de la localidad se pueden contemplar de cerca las típicas cabañas construidas de teja y las manadas de szürkemarha, con sus grandes cornamentas abiertas, cuidadas por los pastores, llamados en húngaro "gulyás", de donde procede el nombre del más famoso plato magiar, un delicioso estofado de carne sazonado generosamente con pimentón.
Uno de los elementos más característicos del paisaje son los tradicionales pozos con un cigoñal, que utiliza el efecto de palanca para extraer agua de unos 7 ó 9 metros de profundidad y que también sirven como indicadores de direcciones para los pastores.
Más allá del folclore, el turismo ecológico también ofrece espectáculos, ya que el parque nacional inició, desde 1973 programas especiales "para reanimar la zona con animales que vivían en estas llanuras y que ya han desaparecido", dijo Kemecsei.
Bisontes, caballos y asnos silvestres, águilas, así como otras especies que formaban parte de la fauna de la llanura reaparecieron en la región y con suerte pueden ser contemplados en su ambiente natural.
"Ya no es necesaria la presencia del hombre para que sobrevivan", añadió Kemecsei y subrayó la importancia de estos programas desde el punto de vista de conservación del fondo genético.
Por otra parte Kemecsei destacó que 12 ejemplares de buitres leonados que también vivían en el lugar antes de su extinción, llegaron a Hortobágy de España, dentro de un acuerdo de colaboración entre el gobierno de Hungría, el Parque Nacional de Hortobágy y la organización ecologista española Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa).
Al noroeste de Hortobágy, los lagos artificiales "se convirtieron en uno de los más importantes hábitat europeos de aves acuáticas, reconocido internacionalmente", resaltó a Efe el especialista en protección de medio ambiente, László Bessenyei.
Estos lagos, que también pueden ser visitados por los turistas, ofrecen una espectacular vista de las aves que se reúnen allí para seguir su itinerario en la dirección adecuada según la estación.
Por Marcelo Nagy
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